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RM 51.53

La ciencia sugiere que la belleza siempre ha sido importante. Las mujeres de hoy fueron educadas con la creencia de que podían ser lo que quisieran. Sin embargo, aún sienten la necesidad de ser hermosas. Esta desesperación por ser bellas no solo es una amenaza para la salud. Es un obstáculo en el camino que lleva a la igualdad entre los géneros.

Las mujeres de hoy se enfrentan a un desconcertante conjunto de contradicciones cuando se trata de la belleza. No quieren ser como la muñeca Barbie, pero aun así, sienten que deben tener el aspecto de Barbie. Se sienten molestas por la forma en que se consideran a las mujeres en los medios de comunicación, pero creen sin problema en esos mismos medios que las subestiman. Se burlan del absurdo ideal de belleza que hay en nuestra cultura. Hacen videos donde revelan los trucos hechos con Photoshop. 
Sin embargo, no hacen sino imitar las mismas imágenes que critican. Saben que aquello que ven no es real y, sin embargo, lo siguen añorando. Son sensatas, pero el hecho de ser sensatas no es suficiente, puesto que siguen bajando aplicaciones a sus teléfonos para retocar sus “selfies”. Pero esas mismas jóvenes están dispuestas a opinar sobre problemas que les preocupan.
Están deseosas de iniciar una discusión. Están listas para dejar sus espejos y crear un mundo diferente para las jóvenes y para las mujeres.

Este es el libro que las ayudará a lograrlo. En él analizarán las evidencias en cuanto a la infinidad de consecuencias que tiene el monitoreo de su aspecto externo, entre ellas la depresión, los desórdenes alimenticios, las interrupciones en el proceso cognitivo y la pérdida de tiempo y dinero; y encontrarán soluciones, porque una vez tengamos una mejor comprensión sobre la forma en que nos afectan las palabras, en especial las charlas acerca del peso, y los comentarios sobre la apariencia, verán que el cambio se encuentra a su alcance.

We should not be surprised at how many women struggle with beauty sickness. We have created a culture that tells women the most important thing they can be is beautiful. Then we pummel them with a standard of beauty they will never meet. After that, when they worry about beauty, we call them superficial. Or even worse, we dismiss their concerns altogether, saying, “Everyone is beautiful in their own way,” and admonishing them to accept themselves the way they are. I wrote this book with the hope that it would provide a path through the miasma of messages we hear about women and beauty.

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